ORACION DE SANACION Alma de Cristo santifícame, Cuerpo de Cristo  sálvame, Sangre de Cristo embriágame, Costado de Cristo lávame, Pasión de Criso Confórtame, Consólame






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    ORACIÓN POR SANACIÓN INTEGRAL “ALMA DE CRISTO”
    Alma de Cristo, santifícame: Si tu problema es que has perdido el ánimo, el alma que ponías a la vida se te ha ido; si has perdido la ilusión, la alegría, la motivación en el hacer las cosas, en el levantarte cada mañana. Si ahora eres un cuerpo sin alma, que se mueve como un robot, como un autómata que funciona, cumple, trabaja, pero sin alma..entonces repite con fuerza: “alma de Cristo” santifícame.! Estás pidiendo con esto que sea la misma alma de Cristo la que te renueve, la que cure tu falta de ánimo, la que cure de esa tristeza y depresión. Estas pidiendo que sea la misma alma, la misma fuerza, el mismo ánimo interior de Cristo el que te vivifique. El alma que movía a Cristo era el Espíritu Santo,  que hace nuevas todas las cosas. El alma que novia a Cristo desde dentro era toda esa fuerza santificadora que da el Espíritu Santo. Si no tienes fuerza para amar, para afrontar la vida, pide con fuerza: “Alma de Cristo, Santifícame!. Cuerpo de Cristo, sálvame: Si tu problema es de cuerpo, padeces una enfermedad grave, tu cuerpo se está deteriorando cada día y ya no puedes funcionar con normalidad. Pide con fuerzas: “Cuerpo de Cristo, sálvame”. Si no has cuidado la salud de tu cuerpo, abusando de drogas, del alcohol, del exceso de trabajo, de la falta de sueño y descanso. Dile al Señor de corazón: “Cuerpo de Cristo, sálvame”. Si alguien le ha hecho daño a tu cuerpo, lo ha maltrato, abusado, violado. Dile al Señor: “Cuerpo de Cristo, sálvame”. Si tú has dañado el cuerpo de alguien, no lo has cuidado, lo has maltrato, abusado o violado. Pide al Señor Jesús: “Cuerpo de Cristo, sálvame”. Si eres incapaz de
    expresar amor con tu cuerpo, de dar caricias, de abrazar, de dar y recibir corporalmente el amor de los demás, dile a tu Señor: Cuerpo de Cristo, sálvame!. Sangre de Cristo, embriágame: Si tu problema es que vives aburrido, vives sin sentido la vida, no has encontrado tu pasión, tu vocación, tu propósito, vives con la constante sensación de frustración e incapacidad, Pide al Señor con fuerza: “Sangre de Cristo, embriágame” Cuando te embriagas con Cristo, bebiendo su sangre, esta embriaguez que el te da puede transportarte a “lo mejor de ti mismo”, “Puede sacarte de un estado de incapacidad y hacerte capaz de todo”; La embriaguez con la Sangre de Cristo, la embriaguez queda el Espíritu Santo te da fuerza, alegría, te empodera para amar, para ser feliz y para afrontar la vida. Porque sólo la sangre de Cristo , el Espíritu de Dios, puede embriagarte, puede hacerte entusiasmar. Si
    te falta esa embriaguez del Espíritu Santo, Pide al Señor con fuerza: “Sangre de Cristo, embriágame”. Agua del costado de Cristo, lávame: Si tu problema es que te sientes sucio, sucia, manchada por tus pecados, por tus errores, por malas decisiones, por historias turbulentas en las que te has visto envuelta, envuelto. Si ese es tu problema, Pide al Señor que limpie tu vida y dile de corazón: “Agua del costado de Cristo, lávame”. Si experimentas que tu mente está sucia, que tus pensamientos no son limpios, sino que están llenos de maldad, de odio, de venganza, de impurezas, pide al Señor que limpie tu mente y dile: “Agua del costado de Cristo, lávame”. Si sientes que es tu corazón el que esta sucio, con sentimientos egoístas, sentimientos de odio, de rencor, de ambición, de envidia, de celos, sientes que tu corazón esta invadido y sucio de todo tipo de malos sentimientos, entonces dile a tu Señor: “ Agua del costado de Cristo, lávame”. Si tus manos están sucias, si tu cuerpo está sucio por malas acciones, malas decisiones, si todo tu ser necesita una limpieza profunda y radical. Grítale al Señor: “Agua del costado de Cristo, lávame”. Pasión de Cristo, confórtame: Si la pasión de Cristo está visitando tu vida, o la de tu familia; si estas padeciendo un gran sufrimiento, si estas atravesando grandes problemas, incomprensiones, deudas, inestabilidad, traiciones, discusiones, soledades, violencia, todo lo que significa participar de “la pasión de Cristo”, con toda la carga de dolor e injusticia que esto implica, dile al Señor de corazón: “ Pasión de Cristo, confórtame”, “Pasión de Cristo, consuélame”. Si las heridas siguen supurando y doliendo, si te sientes solo o sola en medio de esa enfermedad, si la cruz está pesando demasiado y estas en suelo, caído bajo el peso de ella, entonces levanta tu corazón a tu Señor y dile: “Pasión de Cristo dame fuerzas para levantarme”, Pasión de Cristo consuélame”, Pasión de Cristo, confórtame” Oh buen Jesús, óyeme: Si tu problema es la oración, si no sabes cómo orar, si sientes que Dios no te escucha, que no te puedes concentrar, que no sabes qué decir y como decirle a Dios lo que estás viviendo, lo que te pasa, lo que te preocupa. Si te sientes como ese mudo del evangelio que no puede articular palabra, impotente, incapaz de poder expresarse, no sólo ante Dios, sino ante si mismo, ante la personas que ama, no encuentra palabras…si estás como mudo por dentro, si este es tu caso, sólo repite conmigo al Señor: “Oh buen Jesús, óyeme”. Pídele que te oiga, aún con lo que no te atreves a decir; que oiga los gemidos de tu corazón, lo que todavía no llega a ser palabra, ni grito, simplemente es un gemido, El puede escucharlos, porque su oído percibe todo lo que te pasa, y antes que la palabra llegue a tu mente o a tu boca, él ya sabe lo que quieres decir, lo que no te atreves a decir, lo que no te atreves a confesar, lo que no te atreves a pedir. Dile al Señor que te cure de ser como aquel mudo del evangelio y dile con todas tus fuerzas: “Oh buen Jesús, óyeme”. Dentro de tus llagas, escóndeme: Si te sientes en peligro, si necesitas protección, si no sabes dónde refugiarte en medio de la tormenta por la que estás atravesando en tu vida, dile a tu Señor: “Dentro de tus llagas escóndeme”. Que tus santas llagas sean mi refugio, mi escondite. Si estas viviendo en la superficialidad de la vida, si le falta hondura a tu vida, si le falta hondura a tu mirada, hondura a tus palabras, hondura a tus relaciones con los demás…si te falta esa profundidad, esa hondura, dile al Señor que te introduzca en la profundidad de sus heridas, desde allí la vida se ve de otra manera. Di a tu Señor: “Dentro de tus llagas escóndeme” y que desde la hondura de tus santas llagas viva la vida. No permitas que me aparte de ti: Si tu problema es que te sientes lejos de Dios, experimentas que poco a poco te has ido alejando de él, de sus mandamientos, de su presencia, de su Palabra. Dile con todo el corazón: “No permitas que me aparte de ti”. Si experimentas que las cosas de la vida: circunstancias, amistades, trabajos, personas, te están apartando de Dios, te están alejando de Él. Ahora mismo dile a tu Señor: “No permitas que me aparte de ti”. Del enemigo defiéndeme: Si estás experimentando que las fuerzas del mal te atacan por dentro, es decir, tu espíritu está desanimado, inundado de tristeza, de inclinación a cosas malas, con flojera espiritual. Dile al Señor Jesús: ¡Del enemigo defiéndeme!. Y si experimentas los ataques del mal desde fuera de ti en calumnias, violencia, difamación, injusticias, deudas, y todo tipo de maldad está golpeando tu vida y la de tu familia. Dile al Señor, con todas tus fuerzas: ¡Del enemigo defiéndeme!. En la hora de mi muerte, llámame: Si estás experimentando los lazos de la muerte que trae el pecado que ha tocado tu vida, los lazos de la muerte en los que te ha dejado el desamor, la tristeza, el engaño, la mentira. Si los lazos de la muerte espiritual te están alcanzando, clama al Señor y dile: “En la hora de mi muerte, llámame”. ¡Llámame Señor, pronuncia mi nombre como hiciste con lázaro y se levanto de la tumba. Pronuncia mi nombre Jesús y saldré del sepulcro en el que me encuentro, en el que me han metido!. Si experimentas la fuerza de los lazos de la muerte física a través de los dolores de tu enfermedad, de la enfermedad de un ser querido. Si tu cuerpo ya no va respondiendo bien a los medicamentos y se va desgastando poco a poco, invoca a tu Señor y dile: “En la hora de mi muerte, llámame”. Llámame con fuerza Señor, tómame de la mano y levántame como hiciste con aquella niña muerta y le dijiste: ¡talitakum!: ¡A ti te digo niña, levántate!..así llámame Señor Jesús, y levántame de los lazos de cualquier tipo de muerte. Y mándame ir a ti: Si te sientes como aquel hijo pródigo de la parábola que ha desperdiciado gran parte de su vida, lejos de Dios y no sabe como regresar a la casa de su padre. Dile con todas tus fuerzas:¡Jesús, mándame ir a ti!. Si estás en medio de la tormenta, asustado, asustada, viendo y padeciendo toda clase de angustias y peligros. Igual que San Pedro, en medio de la tormenta le dijo al Señor Jesús: “Mándame ir a ti, caminando por encima del agua”, Dile tu al Señor: “mándame ir a ti por encima de está aguas que inundan y quieren hundir mi barca!. ¡Mándame ir a ti, por encima de todo estos problemas!, ¡Mándame ir a ti por encima de todo lo que estoy viviendo…que nada me cambie el rumbo…en todo y por encima de todo: ¡Mándame ir a ti!. Para que con tus santos te alabe por los siglos de los siglos: Si Señor, porque sólo los vivos te alaban, sólo los santos ven tus obras y rompen en alabanzas a tu nombre. Si, Señor, porque quiero vivir en medio de tus santos, cerca de aquellos que te honran y te aman aquí en esta tierra, para alabarte a cada instante, a cada paso, en cada momento de mi vida. ¡Haz que con tus santos te alabe por los siglos de los siglos!¡Haz que viva en la alabanza, en el gozo perpetuo de ver tus obras y maravillarme con ellas!. ¡Haz que con tus santos aquí en la tierra, y con tus santos que están en el cielo, pueda alabarte eternamente, por los siglos de los siglos Amen.